Mi viejito, no pude estar físicamente a tu lado en tus últimas horas de vida, pero estoy segura que donde quiera que estés te encontrarás tranquilo y satisfecho, sabiendo bien que nuestra fortaleza y amor son capaces de vencer las espinas de la distancia y la ausencia. Nuestra familia, tu hijo preso, yo y especialmente tú, sabes de qué hablo.
Me siento privilegiada de formar parte de tu árbol y llevar sangre revolucionaria desde mis abuelos, tu hermano Odilón del Valle, mamá Dolores, la tuya misma y, por supuesto, la de mi padre y madre.
Siéntete orgulloso, pues en 90 años de vida, forjaste un árbol fuerte, de aquellos que no se quebrantan por más hachazos y rayos que le avienten. El año pasado viste partir a uno de tus hijos, Miguelito y no te rendiste: hoy te vas esperando ver a Nachito en libertad, después de luchar exactamente como nos has enseñado, con tu gran perseverancia y esperanza.
Ten la confianza de que ninguna de las celdas oscuras y de hierro, pueden aprisionar el amor y admiración que tu hijo Nacho siente por ti.
Yo te agradezco infinitamente cada gesto de cariño que regalaste a cada uno de tus nietos y nietas, lo mismo que por tus actos de valentía y dignidad, que no faltaron a la hora de defender lo justo, lo que es del pueblo.
Siempre seguiré tu ejemplo de luchar y resistir hasta el último suspiro.
Recibe hasta donde estés muchos besos y abrazos, de tu nieta que te adora y no dejará de pensarte ni un solo día.
Querido Arbol invencible, familia, desde dónde sea que estemos, presos, perseguidos o libres, vamos con la frente en alto. Estamos juntos.
¡Fuerza y libertad!
América del Valle (2 años perseguida política del Estado mexicano)
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