“Si la tierra es sagrada, sagrados son también quienes la defienden”. Eduardo Galeano.
Las tierras de San Salvador Atenco están, nuevamente, en la mira de los
poderosos. En diversos medios de comunicación se maneja ya, como un
hecho consumado, la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de
México que habrá de ubicarse en Texcoco. Un proyecto de tal envergadura,
por las ganancias económicas para los empresarios, es una ambición
largamente acariciada. En realidad, pese a que la resistencia del Frente
de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) logró echar abajo el decreto
expropiatorio emitido por Vicente Fox el 22 de octubre de 2001, nunca se
abandonó el plan de edificar el aeropuerto en esos terrenos. El
objetivo es el mismo, sólo que la táctica gubernamental ha cambiado.
En 2001, Vicente Fox y Pedro Cerisola fueron los encargados de anunciar
y tratar de ejecutar el despojo. Lo hicieron de un modo burdo y
estúpido. El primero, orondo y mondo, diciendo que los pobladores
atenquenses “se sacaron la lotería”: el metro cuadrado de tierra sería
pagado a siete pesos. El segundo, en un acto digno del consumo de
alucinógenos, declarando que la decisión había sido tomada por los
patos, que éstos ya habían hablado. Por supuesto, la indignación no se
hizo esperar. No sólo fue cuestión del precio o de que los pobladores no
fueron consultados, sino de la manera en que se dio por hecho, sin más,
que sus tierras, su vida, su historia, quedarían bajo el asfalto. Los
resultados de aquel intento son ampliamente conocidos.
En el
contexto actual, la estrategia gubernamental juega varias cartas. La
Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), emprendió desde hace varios años
una campaña por “el rescate” del lago de Texcoco. Son dos los proyectos
en los que CONAGUA ha centrado sus fuerzas: el de la construcción del Parque Ecológico Lago de Texcoco y México, Ciudad Futura, el otro es el de la Zona de Mitigación y Rescate Ecológico en el Lago de Texcoco.
Para que éstos puedan ser ejecutados, los terrenos de Atenco son
imprescindibles. La CONAGUA se ha dedicado, precisamente, a la compra de
tierras. Según el portal electrónico del Colegio de Ingenieros Civiles
de México. A.C, “En 2014 la Conagua- con un incremento de 30 por ciento
en su presupuesto autorizado por el Congreso- continuará con la compra
de predios en los ejidos de Santa María Chimalhuacán, San Luis Huexotla,
San Felipe, Santa Cruz de Abajo, San Bernardino (municipio de Texcoco);
Santa Isabel Ixtapan, San Cristóbal Nexquipayac, Francisco I. Madero
(municipio de Atenco)”. [1] Y
se dice después “La silenciosa compra de terrenos, la recuperación de
predios ocupados de manera irregular, y campañas de vinculación
comunitaria que alertan sobre la urgencia de poner en marcha un programa
de remediación ambiental en la zona lacustre del lago de Texcoco, son el
telón de fondo para regresar a esa zona y volver a intentar en el
gobierno de Enrique Peña Nieto la construcción de un nuevo aeropuerto
para la capital del país”. [2]
El análisis, desde luego, no puede ser más atinado. Asimismo, en el sitio web de Ciudad Futura
se anuncia como necesidad impostergable la edificación de un “nuevo
polo del Oriente” en la ciudad y entonces “Con la restauración de los
lagos y la creación del nuevo polo de desarrollo urbano en el Oriente,
la ciudad vuelve a encontrar su historia y su geografía”. [3]
Más allá de toda la jerigonza empleada acerca de la “necesidad” y los
“rescates ambientales”, no queda lugar a dudas de su objetivo cuando se
señala que “El nuevo aeropuerto […] ayudaría a impulsar el proyecto de rescate del lago, convirtiéndose en una magnífica puerta a la ciudad lacustre”. [4]
El aeropuerto en Texcoco, dicen, es “una oportunidad única” para que en
el siglo XXI exista una ciudad “más justa y con un desarrollo
sustentable”. Gabriel Quadri de la Torre es, por cierto, uno de los
colaboradores en la proyección de Ciudad Futura.
Además,
al interior de Atenco, las autoridades municipales y grupos afines al
priismo promueven la venta de tierras bajo la promesa de formar
“cooperativas” y de que cada persona, al momento de vender, se convierta
en “accionista” del proyecto. En uno de sus volantes, la Cooperativa
Ejidal San Salvador Atenco (CESSA) asegura que es “hora de construir el
nuevo aeropuerto” para tener posibilidades de mayores “ganancias”.
Señala que “el Gobierno Federal puede hacer el nuevo aeropuerto sólo en
la zona que posee actualmente, pero también es cierto que si nosotros
participamos es mejor aeropuerto y por lo tanto más amplio y con mucho
mejor retorno económico, por lo que si participamos ayudaremos al ejido,
a la comunidad, al pueblo, a la región, al municipio, al estado, a
México y desde luego a nosotros mismos (sic)”.
Hay pues,
una campaña desatada desde el poder para que, por fin, los campesinos
cedan paso a la añorada modernidad aeroportuaria. El 11 de diciembre del
año anterior, Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones y
Transportes, detalló ante la prensa que se cuentan con cerca de 5000
hectáreas federales para la “ampliación” del aeropuerto. La pinza se
cierra: unos dicen que el aeropuerto es “necesario”; otros que debe ser
“ampliado”; aquéllos que Ciudad Futura y el nuevo aeropuerto
beneficiarán el proyecto de rescate; otros más que al ser “accionistas” o
“cooperativistas” se deben vender las tierras para ayudarse a sí
mismos. Distintos discursos con un solo objetivo.
A diferencia
de la estrategia de Vicente Fox, la que utiliza la administración
priista del Estado de México y el gobierno de Peña Nieto a nivel a
federal es sostenida e incesante. Golpea por múltiples frentes. El agua
también es blanco de sus ataques. Los excelentes reportajes de Blanche
Petrich, publicados en La Jornada los días 11 y 12 de febrero del
2013, dan cuenta de cómo se priva a los pueblos originarios del agua
mientras se beneficia con ésta a grandes empresas. Desde entonces, Jorge
Flores, tozudo integrante del FPDT, señalaba con claridad que la
estrategia del gobierno consistía en “aislar” a Atenco. No se
equivocaba. Quitándoles el agua, no tendrían más opción que aceptar el
rescate tan anhelado en Ciudad Futura en el que la tierra también debe ser entregada.
Hay una amenaza real contra las tierras atenquenses. Enrique Peña
Nieto, el “intelectual” de Atlacomulco, tiene un odio especialmente
enardecido hacia el FPDT. El FPDT derrotó a Fox y a Arturo Montiel en
2001, se convirtió en un referente nacional que, localmente, se
consolidó como un poder alterno al de la institucionalidad; gracias a su
triunfo y su trabajo constante surgieron más organizaciones sociales
que adquirieron no poca trascendencia en la región. En 2006, Peña Nieto
ordenó y monitoreó personalmente el operativo cuyo fin era eliminar a la
organización de los campesinos rebeldes. Luego de la brutalidad, la
persecución y la prisión, la saña se llevó al terreno judicial. Ignacio
Del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo, fueron condenados a más de
67 años de prisión y en el caso del primero la sentencia alcanzó los 112
años. En 2010, fueron liberados gracias a la terquedad y la firmeza del
FPDT; pese al intento de Peña Nieto por retenerlos en la cárcel
mediante un último recurso jurídico, los atenquenses volvieron a
propinarle una dolorosa derrota. En mayo de 2012, Peña Nieto fue
increpado por estudiantes de la Universidad Iberoamericana, señalándolo
como el represor diazordacista que siempre será. Atenco lo persigue, lo
incomoda, lo derrota.
No es casual el momento que se elige para
desplegar con mayor fuerza la embestida. Luego de poco más de un año de
administración, el PRI se siente fuerte. Aprobó, en connivencia con el
PAN y la oposición de quincalla que es el PRD, casi en su totalidad las
reformas estructurales solicitadas por los grandes magnates. Pese a la
resistencia social, especialmente la encabezada por la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Peña Nieto avanza con
su consigna de “entonces sí se puede”. Sabe que lo que intente no será
fácil. “La tierra no se vende, se ama y se defiende” es el grito de vida
que Ignacio Del Valle ha hecho vida y él, y el FPDT, estarán dispuestos
a pelearla, incluso a costa de la muerte.
Suena el tam tam de
la guerra. Antes de que Peña Nieto la emprenda ya de manera más franca y
descarada, es necesario que el movimiento social de nuestro país cierre
filas y ponga su fuerza con, y para, Atenco. Cualquier cosa que ocurra
en la tierra “a la orilla del agua” definirá, en buena medida, el
devenir de la resistencia social en México.
Los campesinos de
Atenco, hijos directos de Zapata, están hechos de arcilla guerrera e
inquebrantable, pero necesitan de todos, y a todos, para vencer.
[1] http://cicm.org.mx/texcoco-y-
[2] Ídem, las cursivas son mías.
[3] http://www.mexicociudadfutura.
[4] Ídem, las cursivas son mías.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=181860
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